Desperté envuelto en un torbellino de incertidumbre,
sin saber lo que había sucedido,
sentí un nudo en la garganta pensando que estuve al borde
del peligro,
la conciencia se apodera de un razonamiento sensato que ayer
fue desplazado por la inmadurez.
¿Qué pretendo vivir, qué es lo que quiero ser?
La vida pasa muy breve por mi mente y tratando de evadir
esos pensamientos negativos,
a sacudidas me levanto,
tomo un cigarrillo, no tengo como encenderlo,
desisto de la idea y lanzándolo al piso con enojo, siento remordimiento.
Veloz me visto, tomo las llaves y sin más que esperar decido escapar,
caminando, ¿a dónde?, no se, sin rumbo a parar,
no me detengo.
Gente viene y gente va, siento una vaga vergüenza al creer
que ellos conocen mi deambula vida.
Quiero ser indiferente y sigo encaminado a lo incierto.
¿Será que el mundo te envuelve a ser un patrón de lo fácil,
de lo pésimo?
Ayer me sentía un libertino todopoderoso, afortunado,
desenfrenado,
hoy me siento un harapo, un trasto, aborrecido y olvidado,
vacío y hambriento sin tener con quien compartir mi nefasta
vida.
De repente, sin tiempo para retroceder, velado entre pensamientos
y reproches,
algo me ha impactado, he caído al suelo.
Siento un gran dolor, mis brazos, mi cuerpo, mi cabeza,
entumecido por completo.
Apenas puedo ver, algunas personas se acercan.
Una mancha a mí alrededor me aterra, me sofoca,
hasta que logro tocarla, es sangre…
Sangre brota de mi boca, sangre brota de mi cabeza.
He sido arrollado, siento que la vida se me acorta cada minuto,
cada segundo, mi respiración se hace cada vez más pesada y
fatigada.
Frágil y lejana mi visión se transporta hasta quedar a
oscuras,
un sonido vago y ensordecedor me aturde,
apenas oigo decir a mi alrededor: – éste hombre está muriendo…
Aun fluye por mis venas la embriaguez y los excesos de
anoche.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...