Una noche lúgubre
para explorar el misterio del rumor nocturno
Varios aullidos emergen, produciendo acelerar los latidos
de un cuerpo casi inerte, envuelto en escalofríos.
Una luna casi oculta, tras neblinas parlantes
que susurran al compás del viento: – eres mío, eres mío…
Se sumerge ese cuerpo en aquella oscuridad perturbante
Su piel aún no se repone de los espasmos producidos
por aquellas voces, por aquellos zumbidos
Pero decide seguir adelante y retar el desafío
de penetrar en la oscuridad,
que promete terror
que promete delirio.
Un murmullo en su oído le hace detener,
voltea, no hay nada que ver
solo árboles y camino,
una carretera distante, ya perdida en la oscuridad,
un caminar incesante por llegar a la luz,
una ciudad lejana que promete ayuda;
y él, sin combustible, sin batería,
una jugarreta amarga de la vida.
De repente alguien se aproxima
¿para bien o para mal?
sin saber que expresión tomar: terror o alegría…
– ¿Oiga a dónde va? ¿Conoce este lugar?
Pero él casi enmudecido, titubea al contestar
– Necesito ayuda, ¿Ud. Podrá…?
Pero esa figura que no lograba divisar, rompió en risa
retumbando el lugar,
abofeteándolo sin cesar,
cayendo en cuclillas
Y ocultando sus oídos, para calmar aquel sonido brutal
rompió a llorar, a lamentar
implorando con los ojos cerrados
aquella risa ignorar.
Hasta que el silencio invadió nuevamente alrededor
Abrió los ojos y vio una luz
corrió hasta ella
hasta alcanzar la claridad,
ya sin aliento, ya sin hablar
se detuvo jadeante, con un latir retumbante
exclamando al voltear:
-¡¿Es tu venganza oscuridad, por burlar tus sigilos?!